Mi historia... en el espacio entre la tinta y la luz de las estrellas

Desde la primera respiración que recuerdo, el cielo nocturno se sintió más cerca que el suelo.
Yo era la niña callada que escondía cuadernos bajo la almohada, que traducía el canto de los pájaros a alfabetos secretos y le preguntaba a la luna por qué nunca encajaba del todo en el mundo que me habían dado. La empatía me inundó como una marea; los adultos la llamaban «sensibilidad». Simplemente sabía que podía oír las partes más suaves de las cosas.

A los once años escribí mi primera novela de fantasía celta; a los quince observaba constelaciones a través de un telescopio de segunda mano; a los treinta crucé el Atlántico, sobreviví a un matrimonio que casi me ahogó la voz y aprendí que incluso las alas rotas recuerdan cómo volar.

El punto de inflexión

En 2021, una iniciación druídica en los bosques de Bretaña reveló algo:
Voces en irlandés antiguo, visiones de una constelación con forma de arpa (Lyra) y un nombre espiritual que me recordaba más a mi hogar que a mi propio latido. Me sumergí de lleno en la hipnoterapia de vidas pasadas, canalicé universos de sagas enteras (Eydenia, Erynweald...) y seguí las voces del Universo que me llevaban a casa. El vacío que había cargado durante décadas se convirtió en un puente de luz.

¿Qué hago ahora?

Escribo novelas románticas épicas y conmovedoras que también funcionan como medicina energética.
Guío a otros a través de la hipnoterapia espiritual, el trabajo energético y la mediumnidad, ayudándoles a recuperar las partes olvidadas de su historia. Traduzco libros del francés al inglés y, a veces, al idioma de las estrellas.